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12 Al día siguiente, de madrugada, salió a buscar a Saúl. Alguien le dijo que había ido al monte Carmelo a edificar un monumento para sí, y que luego se había ido a Gilgal.

13 Cuando Samuel finalmente lo encontró, Saúl lo saludó con alegría.

―El Señor te bendiga —le dijo—. Bien he cumplido con el mandamiento del Señor.

14 ―Entonces, ¿qué son esos balidos de ovejas y mugidos de bueyes que oigo? —preguntó Samuel.

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